lunes, 15 de septiembre de 2014

Encontrando la motivación necesaria


La mente es poderosa. Nos puede hacer saltar de la cama el lunes por la mañana pensando “tengo una misión, voy a por ella”, o nos puede hacer prácticamente imposible la misma tarea. La cantidad y calidad del descanso, la alimentación, el estilo de vida… influyen, pero lo más determinante es la actitud mental, la motivación o des-motivación.

El empresario y la empresaria deben tener energía, mucha energía. Sin energía, cualquier proyecto se convierte en una montaña imposible de escalar. Pero… ¿de dónde sacarla? ¿de dónde hacer salir toda la energía que necesitamos?

De nuestra mente, ahí encontraremos o no nuestra motivación.

Si le preguntáis a cualquier persona (empresarios o no) cuál es su motivación para levantarse por la mañana y cumplir con su misión, casi seguro que el 90 % de la gente responde “el dinero, el sueldo”. Incluso algunos/as afirman que aquellos que aseguran que no es el dinero su motivación (o al menos no la principal), mienten.

Es absolutamente legítimo que la motivación del trabajo sea el dinero, de hecho, es fundamental que el esfuerzo, el buen trabajo y la consecución de objetivos sean recompensados con éxito económico. Pero puede ser un arma de doble filo, puede ser un mal argumento para nosotros mismos.

Y es que cuando una motivación resulta tan cuantificable, tan exacta, tan matemática, nos volvemos esclavos de las cifras y de los resultados, y nuestra motivación sube y baja en función de algo tan frío (y variable) como los ingresos que entran en nuestra cuenta bancaria empresarial. Podemos enfrentarnos a impagos, a retrasos, a circunstancias ajenas al servicio o producto ofrecido, ajenas a nosotros y nosotras, y esto puede hacer mella en nuestra motivación.

Porque… ¿de qué sirve mi esfuerzo si no me lucro con él? ¿Qué obtengo?

Esto que os propongo a continuación, es un punto de vista muy personal. Una forma de encontrar la motivación necesaria mucho más efectiva que el dinero en sí mismo, y es la siguiente:

Mi motivación es saber que trabajo para obtener y ofrecer un producto o servicio de la máxima calidad posible, el mejor posible. Un producto o servicio tan bueno que mis clientes están realmente deseosos de comprarlo y desean pagarme con él y lo hacen con verdadero agradecimiento y lo recomiendan y hablan de él. Mi motivación es saber que ofrezco algo que es excelente, que beneficia a quienes lo adquieren, y que aquellos que lo adquieren sienten agradecimiento hacia mí.

Vale, pero… ¿y el dinero? El dinero es una consecuencia inevitable de cumplir bien con mi misión, con mi empresa y con mis clientes.

De esta forma, viendo el dinero como un “algo secundario”, como una consecuencia y no como un objetivo en sí mismo, y poniendo la misión de mi empresa en la primera línea de mis prioridades, no sólo encuentro mayor y mejor motivación, sino que también mejora la situación económica de la empresa, al mejorar el producto, el servicio y la aceptación del cliente.

He afirmado que lo anterior es, simplemente, un punto de vista muy personal. Pero os invito a experimentar lo que ocurre cuando lo llevéis a la práctica en vuestra empresa y a verificar sus resultados.

Proponeos mantener este enfoque durante unas pocas semanas y verificad lo que sucede. Veréis que vuestra motivación se multiplica, pero que también las ventas crecen y que el incremento del dinero es una consecuencia inevitable.
Verificadlo y dejaréis de trabajar por dinero, si alguna vez lo habéis hecho. Desde ese momento, esta opinión mía también será vuestra experiencia personal verificada, vuestro "punto de vista muy personal".

Probadlo y ya me contaréis....

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