viernes, 18 de julio de 2014

Yo soy responsable de mis pensamientos

No es verdad que Juan me ponga de los nervios. No es verdad que mi madre me ponga enfermo. Es falso que María me alegre las mañanas con su buen humor.

Cuando hago responsables a los demás de lo que pienso suceden dos cosas: me engaño y delego mi poder. Ambas cosas me generarán problemas y dolor en mi vida.  Si deseo ser feliz y libre debo ver la verdad y recuperar mi poder. Para hacerlo debo darme cuenta que solamente yo soy responsable de mis pensamientos, de mi interior. Nadie más. Solamente yo.


No es lo que siento, sino lo que pienso

Lo que yo vivo está marcado por lo que pienso y no por lo que siento. Aunque lo que nos desespere sean las emociones y el dolor psicológico que generan, debemos comprender que las emociones nacen siempre de un pensamiento previo.

Si creo que este papel que tengo entre las manos es un boleto premiado de la lotería, mis emociones se dispararán en consecuencia. Si, por el contrario, pienso que este papel que tengo entre mis manos es una multa de Hacienda, también mis emociones se dispararán de inmediato. Por lo tanto, las emociones son hijas de la interpretación que hagamos de la realidad. Lo importante, en consecuencia, no son las emociones en sí mismas, sino el pensamiento que las genera.


¿Es mi padre quien me pone de los nervios?

Existe la idea, socialmente potenciada, que los demás nos hacen felices o infelices. En general, solemos pensar que "si fulanito no hicera esto yo me sentiría mejor", que si "menganita no dijera esas cosas, yo no estaría de los nervios", que si "fulanita fuese distinta, otro gallo cantaría",  "si mi padre no me pusiera de los nervios", etc.

Solamente hace falta sentarse un rato en cualquier lugar y conversar con las personas que se nos acerquen para ver como lo habitual es echar las culpas de lo que sentimos a los demás. En nuestra forma de ver el mundo habitual creemos que son los demás quienes nos producen nuestro dolor, nuestro sufrimiento o nuestra alegría.

Naturalmente esto tiene tres consecuencias: dolor, sufrimiento e impotencia. Dolor y sufrimiento porque somos víctimas del entorno y, en tanto que víctimas indefensas, a menudo nos toca "morder el polvo" o pasar situaciones "inevitablemente dolorosas". Impotencia porque, si la situación no depende de nuestra acción, ¿cómo vamos a poder cambiarla?

Pero lo que socialmente se afirma no tiene porqué ser cierto. Es más, gran parte de lo que se afirma socialmente es falso. ¡No hace falta ser un lince para darse cuenta que nuestra sociedad deja bastante que desear! ¡Así que mejor no nos creamos todo lo que nos sugiere o acabaremos sufriendo como locos! Debemos aprender a ver lo socialmente erróneo para poder vivir sin dolor.

La próxima vez que pensemos en que alguien me hace sentir bien o mal, les ruego que recuerden este artículo. Recuerden que son nuestros pensamientos los que generan lo que sentimos. Así que no son los demás los que nos hacen sentir, sino nosotros al pensar tal como lo hacemos. Si no nos gusta lo que sentimos, ¡cambiemos nuestro interior!

Esto nos lleva directamente al núcleo del artículo de hoy: ¡Nuestro interior depende de nosotros y de nadie más!

Naturalmente que hay situaciones más fáciles y situaciones más difíciles, pero eso no quita lo que acabo de afirmar: la forma como usted viva la situación -al margen de que sea fácil o difícil- depende de usted. Para entrenarse, le sugiero que empiece a vivir situaciones fáciles ligeramente incómodas con conciencia para, cuando viva algo realmente difícil sepa enfrentarse a ello sin sufrimiento.

No les digo que crean lo que digo. ¡En absoluto! Les animo a verificar lo que les indico: cuando lo hayan comprobado ese conocimiento será evidente para ustedes y quedarán libres.

La próxima vez que piensen en frases como "mi padre me pone de los nervios", "esta niña puede tumbar al más pintado", "la culpa de lo que estoy viviendo la tiene fulanito", etc., les ruego que piensen en este artículo. Si fuera un poco más atrevido, hasta les sugeriría que se lo tatuasen  en su frente para recordar esta idea cada vez que se mirasen al espejo. No sufran, soy prudente y no les sugeriré que se  lo tatúen como ejercicio práctico... ¡Pero sí que recuerden este artículo cada vez que sufran y que apliquen el ejercicio que viene a continuación!


Ejercicio práctico 

Cuando el sufrimiento y el dolor les invada al echar la culpa a otras personas de lo que viven, recuerden este artículo y apliquen el antídoto siguiente en cuatro pasos:

Primer paso: Recuerden el ejemplo del boleto y la multa que les ponía unas líneas más arriba y recordarán que lo que hace sufrir no es lo que se vive, sino la forma como se interpreta. Dense cuenta que lo que a ustedes les hace sufrir, curiosamente no genera sufrimiento a otras personas que viven cosas parecidas. Deduzcan, por lo tanto, que no es el hecho lo que produce sufrimiento, sino su pensamiento al interpretar el hecho.

Segundo paso: Decidan qué prefieren, si sufrir o liberarse del sufrimiento. Si prefieren seguir sufriendo -algo totalmente lícito y más habitual de lo que se cree, puesto que el sufrimiento suele generar identidad y reforzar nuestro ego haciéndonos sentir importantes-, no hace falta que hagan nada más. Si, por el contrario, deciden no sufrir pasen al paso tercero.

Tercer paso: Dense cuenta que el sufrimiento y la impotencia los genera el pensamiento concreto que tiene. Les invito a investigar en qué punto es falso. Por ejemplo: "no es que fulanito me ponga de los nervios, sino que yo no acepto que las personas puedan ser egoistas/tontas/oloquesea y lo absurdo es negar su existencia. De hecho, al negar que los demás sean como son, el egoista y tonto soy yo, ¡menuda tontería y menuda muestra de egoismo negar a los demás el derecho a equivocarse!" A menudo, con esto es suficiente para que el dolor se reduzca, puesto que ver la verdad libera casi siempre del sufrimiento.

Cuarto paso: Si además añadimos algo parecido a: "Mi paz es demasiado importante para que XX y el pensamiento absurdo que tengo al respecto la haga desaparecer" el efecto todavía será más poderoso.

Recuerden: ¡Ustedes son responsables de lo que piensan! ¡No cedan ese poder!

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